Los coches eléctricos son por excelencia el elemento innovador dentro del sector del automóvil, aunque en realidad no son tan novedosos como parece. De hecho los coches eléctricos, surgieron incluso antes que el motor de cuatro tiempos precedente de los modelos tradicionales actuales. Los primeros coches eléctricos datan de 1880 y gozaron de gran popularidad hasta que los coches con motor de combustible se comieron el mercado por su menor coste.
Hacia la década de los 70 del siglo pasado, se vivió un resurgir, fundamentalmente por la crisis del petróleo de 1973 y por la mayor concienciación sobre el medio ambiente. Contando con el apoyo de gobiernos de todo el mundo se comenzaron a crear los primeros coches eléctricos actuales, resurgiendo una industria que había desaparecido. Sin embargo no llegó a las masas por su elevado coste e inconvenientes prácticos.
Habría que esperar hasta el siglo XIX para vivir el gran crecimiento del motor eléctrico. En 2010 se puso en venta el modelo con más ventas, el Nissan Leaf, con 240 000 unidades vendidas en todo el mundo hasta septiembre de 2016. El Tesla Model S, puesto a la venta en junio de 2012, ocupa el segundo lugar en ventas con cerca de 150 000 unidades.
¿Las ventajas? ¡Muy verdes! No producen contaminación atmosférica, tampoco contaminación acústica. Ahorra petróleo, materia prima limitada. Además su mantenimiento anual de “combustible” es mucho menor que el de un coche normal (Se estima que si un coche normal gasta 3000 euros de gasolina al año, un coche eléctrico gasta 700 euros/años en la factura de la luz). Además al no tener marchas, tiene mayor respuesta a la aceleración. Otra razón de peso es su mayor seguridad por su sistema de frenado regenerativo, el uso de potencia distribuido en las cuatro ruedas y control del par motor (lo que le proporciona mayor estabilidad en las curvas).
Sin embargo, los coches eléctricos a duras penas llegan al 0,1% de los coches que circulan por el mundo ¿por qué?
El inconveniente más obvio es el precio inicial: El equivalente de un coche de unos 17.000 euros de motor de combustión cuesta más de 30.000 euros en su versión eléctrica. Si a esto le sumamos la poca accesibilidad para recargar el coche, pues los puntos de recarga aún escasean, y su menor autonomía tenemos las razones más prácticas de porqué ahora no llegan al público general.
Además últimos estudios han puesto sobre la mesa una paradoja ¿podría un coche eléctrico contaminar más que un coche de combustible?
Esta realidad tiene su base en el origen de las fuentes de energía que producen la electricidad que recarga los coches eléctricos, que pueden resultar contaminantes, como el carbón. El estudio dice que un coche normal emitirá a lo largo de su vida útil menos CO2, que el que emitirán las centrales eléctricas que proveerán de electricidad a las recargas del coche eléctrico en su vida útil.
Noruega es el país del mundo con mayor número de autos eléctricos per cápita. Pese a ser un país productor de petróleo, el gobierno es muy consciente de que los coches eléctricos son el futuro, por ello en 1990 puso en marcha un programa de subvenciones estatales con el ambicioso objetivo de acabar con los coches de combustible en 2025. Los coches eléctricos no pagan tasas ni peajes, no pagan por estacionar y pueden circular por el carril bus.
Qué el coche eléctrico es el futuro es una realidad, pero como toda innovación disruptiva necesita de esfuerzo e inversión, de un lado para mejorar los defectos y de otro lado de apoyo por parte de las instituciones para hacer fácil la evolución.
En Grúas Jesús Muñoz tenemos muy claro el futuro: sea el que sea, seguiremos a tu lado en la carretera, ofreciéndote la mejor asistencia. Independientemente de la energía que mueva tu vehículo, nosotros tenemos la energía para ayudarte cuando más lo necesitas.